miércoles, 28 de diciembre de 2011

No quiere admitirlo, pero está enamorado de mi.

Amar es enamorarse de la misma persona todos los días.
Es que sus manos sean  lo primero que sienta tu cuerpo cada mañana, no és que él esté ahí, puntual delante de tu puerta cada día. Es desesperarte y reñirle por cada vez que llega tarde. No és que las cosas sean perfectas, ni és buscar en él al chico perfecto, sino que él sea perfecto para ti, con sus defectos y sus errores.
Amar, es sentir esas mariposas en el estómago cuando lo vés y no poder parar de sonreir, sentir como te tiemblan las piernas y se te cala la voz.
Sentir más ganas de abrazarlo que de respirar. 
Amar es que él no haga un solo movimiento sin que tu lo sepas; que estés con él, él salga corriendo y tu vayas detrás, sin pararte ni un segundo, demostrarle que estás ahí, atenta a cualquier cosa que haga, pendiente de cada movimiento.
Amar, es quedarse sin respiración cuando te sonríe. Es que se te humedezcan los ojos cada vez que lo ves reír. 
Amar, es querer su felicidad por encima de todo, incluso por encima de la tuya.
Amar, es que estés allí aunque ya no tengas razones, sabiendo que se fué, que te dejó sola cuando más lo necesitabas. Sabiendo que el és lo que és gracias a ti, sabiendo que apostaste por él, y perdiste; pero aun así a pesar de todo eso, sigues orgullosa de él. Sigues llorando de felicidad cada vez que lo vés reir. Y eso, exactamente eso, es amar.

Es que estoy hasta los huevos de que nada salga bien, de soñar constantemente con acariciar tu piel.

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