lunes, 2 de enero de 2012

Que te quiera en su vida, pero aquí estamos tu y yo.

De algo estoy segura. No podrá quererlo como lo quiero yo. No podrá adorarlo de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara.
Es como si sólo a mi se me hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Nadie podrá ver nunca o que yo he visto. Y ella menos que ninguna.
Ella, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderlo, de respetarlo. Ella no se divertirá con esos tiernos caprichos
Que le jodan a cupido, esto no es cuestión de suerte.

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